Encargar arte, ¡una experiencia única!
Encargar una obra de arte conlleva un vínculo profundo con el proceso creativo. El artista y la persona que encarga la obra deben nutrirse el uno del otro para alcanzar esa idea que está suspendida entre ambos. De alguna manera, encargar una obra implica formar parte de la obra: estar ahí.
Como artista encuentro un desafío fascinante en realizar una obra por encargo: la necesidad de una comunión de perspectivas para que el resultado sea, al mismo tiempo, obra y espejo.
Las obras por encargo han sido a lo largo de la historia del arte una forma de fomentar un tesoro cultural perdurable.
Sabías que...
A lo largo de la historia del arte, grandes obras han sido creadas por encargo.
Por ejemplo:
Fue el Papa Julio II quien le encargó a Miguel Ángel la bóveda de la Capilla Sixtina; Felipe IV de España le pidió a Velázquez un retrato de su hija que derivó en Las meninas; la increíble Guardia Nocturna de Rembrant fue un encargo de la Corporación de Arcabuceros de Amsterdam; la mecenas y coleccionista de arte Peggy Guggenheim, encargó a Jackson Pollock, aún poco conocido, un mural para el vestíbulo de su apartamento de Manhattan y el va a dar un giro completo y crear el Mural de 1943. A partir de esta obra, deja atrás la figuración para sumergirse de lleno en el Expresionismo abstracto y, un par de años más tarde, en la técnica del dripping o goteo.
Ser mecenas, coleccionista e incluso cocreador de arte, no es un título menor para la cultura. Más bien fué, y és, desde siempre, el motor mismo que posibilita el quehacer artístico en su tiempo.
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